… without direction or destination

Lo que no sabes.

Siempre me repito sobre lo mucho «más» que siento y padezco. Lo mucho «más» que recuerdo y analizo. Lo mucho «más» que quiero y no quiero. Y parece ser que puedo estar equivocada, pero la mayor parte de mi tiempo me dice que no, y no lo sabes.

Déjame decirte que los días de mi semana no duran lo normal. No son eternos, pero sí vacíos. Ni mi día dura 24 horas ni mi semana 7 días.

Comparo los diez minutos que tardo normalmente en desperezarme ante la hora que puedo quedarme hablando contigo al despertar. Comparo los quince minutos que utilizo para desayunar ante ese café que sueles prepararme a mediodía porque somos unos tardones charlatanes. Comparo los viajes que hago en coche entre semana, para ir a clase, sin mirar apenas el reloj, ante el transcurso de un solo minuto al que no puedo dejar de hacerle caso cuando se trata de ir a verte. Comparo las mil vueltas que me cuestan las noches para poder quedarme dormida ante el abrazo que me prestas en la oscuridad antes de dejarme llevar. Comparo minutos de aburrimiento ante segundos apasionantes.

Y es que me paso el tiempo mirando, instintivamente, el móvil por si me has escrito. No hay un solo día que no se me aparezca tu imagen, mínimo 12 veces, y se queda ahí un rato para ponerme una sonrisa o colarme alguna lágrima. Cuando escucho alguna canción ñoña y pienso en la letra, no puedo evitar relacionarnos con ella y, claro está, ponerme ridículamente ñoña. O si tengo las manos frías, cómo no, y los pies, añorar que me dejes robarte un poco de calor de vez en cuando. Y mis sueños no te dejan nunca en paz, se ve que te están cogiendo cariño. Enamoras cada apartado de un día que pase a tu lado.

No hay domingo que me despierte a tu lado que no te eche de menos antes de marcharme. Contigo parece que me roben horas que luego cargan a mi reloj cuando estoy sola. Y es que no hay nada peor que acordarse de mirar a ese maldito reloj…

Deja un comentario